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Morrigan
Laura Merlin
LAURA MERLIN
MORRIGAN
LA VENGANZA DE LA DIOSA.
Traducido por: MarГѓВa JosГѓВ© Gomes Angelone
Editor: Tektime
Para quienes tanto quiero.
FГѓВsicamente distantes.
Espiritualmente cercanos.
ГўВЂВњElla es la luz que me guГѓВa
hacia mi destino incierto.
Ella me dice que no tenga miedo
y tome sus manos.
Ella es muerte, es vida
¡mi Diosa Morrigan!
(Trovar de Muerte- Morrigan)
1
LA PESADILLA
Alguien me estГѓВЎ siguiendo.
A mi alrededor solo hay enormes extensiones de praderas sin cultivar.
El viento soplaba tan fuerte que lo podГѓВa sentir cortГѓВЎndome la piel. BajГѓВ© la mirada. En ese momento vestГѓВa solamente un camisГѓВіn blanco de seda. Estaba consciente de que era un sueГѓВ±o, pero tambiГѓВ©n sabГѓВa que mis sueГѓВ±os nuca habГѓВan sido normales.
AvancГѓВ© algГѓВєn pasado sin dejar de mirar hacia atrГѓВЎs.
ГўВЂВњSofГѓВaГўВЂВќ, parecГѓВa gritar el viento.
“¡SofГѓВa!ГўВЂВќ
Me di vuelta. Un enorme cuervo negro planeaba, dirigiГѓВ©ndose directamente hacia mi cabeza.
Un escalofrГѓВo me recorriГѓВі la espalda y comencГѓВ© a correr.
Escuchaba batir sus alas cada vez mГѓВЎs cerca.
Me volteГѓВ©, esperando no encontrar al cuervo pronto a lanzarse en picada como si fuera su presa, pero se me bloqueГѓВі la respiraciГѓВіn.
Una figura difusa me observaba inmГѓВіvil.
Solo los largos cabellos rojos como el fuego y el largo vestido color pГѓВєrpura eran movidos por el viento.
¿Quién diablos era?
¿Por quГѓВ© sentГѓВa tanto miedo?
¡Y además, en mi sueño!
ComencГѓВ© a sentir mucho cansancio en las piernas, pero no podГѓВa detenerme. No habГѓВa ningГѓВєn escondite cercano. Por fortuna era tal la descarga de adrenalina que me producГѓВa el terror, que hubiera podido correr quilГѓВіmetros sin sentir dolor.
Al rato, a lo lejos, divisГѓВ© la figura de lo que parecГѓВa ser mi casa.
Solo parecГѓВa, en realidad, porque cuГѓВЎnto mГѓВЎs me acercaba me daba cuenta de que era otra cosa.
No lograba entender quГѓВ© era.
El cuervo se encontraba a poca distancia de mГѓВ y sentГѓВa su graznido furioso encima de mi cabeza. NotГѓВ©, con estupor, que aquel pajarraco hablaba.
ГўВЂВњDetente, SofГѓВa, no te harГѓВ© daГѓВ±oГўВЂВќ
EscuchГѓВ© aquellas palabras tan cercanas, que pensГѓВ© que tal vez solo las habГѓВa imaginado en mi mente. DespuГѓВ©s de todo, en los sueГѓВ±os, tambiГѓВ©n los animales pueden hablar.
OjeГѓВ© velozmente a mis espaldas, para ver dГѓВіnde se encontraba.
DetrГѓВЎs de mГѓВ, la nada, ni siquiera el espectro de mujer que habГѓВa visto con anterioridad. Solo quedaba el viento sobre la pradera, que hacГѓВa doblar las espigas con su furia.
LogrГѓВ© llegar a la puerta. EmpujГѓВ© para ver si estaba abierta y agradecГѓВ a la diosa Fortuna por haberse acordado de mi existencia.
Se abriГѓВі sin ningГѓВєn esfuerzo.
Apenas puse un pie dentro de casa, me abrazГѓВі una sensaciГѓВіn de vacГѓВo. Algo me decГѓВa que todo estaba mal. Los pisos, generalmente de cerГѓВЎmicas color rosa claro, estaban sucios y llenos de hojas. Los muebles no existГѓВan. HabГѓВa solamente un piano de cola negro, tan lГѓВєcido y limpio que la ГѓВєnica cosa que se podГѓВa distinguir sin problema, ademГѓВЎs de las teclas blancas, era la marca escrita con caracteres grandes y en color oro.
Me acerquГѓВ© tentada por el deseo de tocar, pero las teclas comenzaron a moverse solas.
Me detuve, petrificada por el miedo.
Por algunos instantes ni siquiera respirГѓВ©, escuchaba las notas en silencio. Una melodГѓВa desconocida, oscura e hipnГѓВіtica al mismo tiempo, como si el pianista fantasma quisiera resaltar que habГѓВa caГѓВdo en una verdadera y profunda pesadilla.
Mientras la mГѓВєsica sonaba, comencГѓВ© a entrever una figura de mujer sentada delante del teclado del instrumento, totalmente concentrada en tocar. BatГѓВ los pГѓВЎrpados un par de veces, hasta lograr ver la figura con claridad.
¡No lo podГѓВa creer! Era el espectro que me habГѓВa estado siguiendo un momento antes.
Sus facciones me eran extraГѓВ±amente familiares. Los largos cabellos rojos y ondulados le caГѓВan por debajo de los hombros y usaba, tambiГѓВ©n ella, un camisГѓВіn blanco de seda. TenГѓВa la total convicciГѓВіn de que la conocГѓВa. ForcГѓВ© cada pequeГѓВ±a neurona de mi cerebro para recordar dГѓВіnde la habГѓВa visto.
“¿Quién eres?” “¿Por qué me sigues?”, logré preguntar tratando de esconder el terror en mi voz. “¿Qué quieres de mÃ�”
La muchacha comenzГѓВі a tocar y a reГѓВr como si hubiera dicho algo divertido.
Lentamente se volviГѓВі hacia mГѓВ, se puso de pie y en un instante me encontrГѓВ© cara a cara conГўВЂВ¦
¡No, no podГѓВa ser!
Con seguridad tenГѓВa la vista nublada.
CerrГѓВ© los ojos tratando de aclarar las ideas, pero cuando los abrГѓВ me di cuenta que habГѓВa visto bien.
Estaba escapando de mГѓВ misma.
ГўВЂВњHola SofГѓВa, ¿me reconoces?ГўВЂВќ, dijo mi otro yo.
ГўВЂВњNo lo logro entender. ¿Por quГѓВ© estoy hablandoГўВЂВ¦Y sГѓВ, con una especie de mГѓВ misma?ГўВЂВќ
“Esto es verdad, yo soy tu otra mitad. Ahora tengo poco tiempo para explicártelo y me tienes que escuchar. Estás en peligro, te están buscando. Sabe quién eres y también él te necesita”.
HablГѓВі de una manera tan rГѓВЎpida que casi no entendГѓВ lo que dijo.
“No, espera” la frené desconcertada. ¿Qué quieres decir con “también él te necesita”?
“Tú eres la tercera divinidad, debes ayudarnos a vencer a quien nos está quitando todas las libertades”. Su tono era desesperado. “Él te está buscando para matarte, porque sabe que sin ti, el poder de Morrigan no puede salir a luz”.
La cabeza me daba vueltas, ya no entendГѓВa nada.
El flujo de mis pensamientos se frenГѓВі de golpe y decidГѓВ que debГѓВa saber todo lo que fuera posible sobre aquello. “¿QuГѓВ© es el poder de Morrigan?ГўВЂВќ No logro entender, ¿quГѓВ© debo hacer? ¿CГѓВіmo podrГѓВa salvarte?ГўВЂВќ.
ГўВЂВњTendremos tiempo de explicar todo cuando te nos unasГўВЂВќ. Su voz asumiГѓВі un tono grave. ГўВЂВњTu tiempo en la tierra se terminГѓВі. Debes unirte a nosotros, SofГѓВaГўВЂВќ.
La otra ГўВЂВњyoГўВЂВќ moviГѓВі los ojos de improviso como si hubiera percibido la presencia de alguien que no debГѓВa estar allГѓВ. ComenzГѓВі a agitarse y a mirar a su alrededor preocupada.
“Maldición, me han descubierto”, imprecó. “La Diosa te quiere, tu destino ya está escrito. No puedes cambiar el curso de los acontecimientos. ¡Sálvanos!”.
PronunciГѓВі estas palabras con tal intensidad y violencia que parecieron cuchillas cortantes. Me golpeГѓВі en lo profundo del alma y entendГѓВ que quizГѓВЎs no fuera solo un terrible y simple sueГѓВ±o: era algo real que habrГѓВa de cambiar en forma drГѓВЎstica mi vida.
Hubiera querido suplicarle que se quedare y me explicara mejor lo que sucedГѓВa, pero apenas intentГѓВ© abrir la boca para hablar, detrГѓВЎs de la muchacha se materializГѓВі una figura.
No era una figura clara, podГѓВa ver solo sus contornos difuminados. La ГѓВєnica cosa que podГѓВa ver con claridad eran sus ojos, dos intensos ojos negros como la noche que me paralizaron de pies a cabeza.
No querГѓВa seguir allГѓВ ni un minuto mГѓВЎs, tenГѓВa que salir de ese sueГѓВ±o costara lo que costara. Solo que me encontraba bloqueada en aquella dimensiГѓВіn.
GritГѓВ© a boca abierta y la sombra de aquella figura desconocida se acercaba cada vez mГѓВЎs. Una risa profunda sonГѓВі en mis oГѓВdos. ГўВЂВњSerГѓВЎs mГѓВa, SofГѓВa, ya no hay manera de escaparГўВЂВќ, gritГѓВі la sombra.
ГўВЂВњAlГѓВ©jate de mГѓВГўВЂВќ gritГѓВ© ГўВЂВњquiero irme de aquГѓВГўВЂВќ, y de repente parpadeГѓВ© y me sobresaltГѓВ© en la cama.
Estaba sudando, tenГѓВa la frente perlada por el sudor. Inmediatamente mirГѓВ© a mi alrededor. Afortunadamente estaba en mi habitaciГѓВіn. CerrГѓВ© los ojos y las imГѓВЎgenes de aquella pesadilla pasaron por mi mente una a una, como si fuera la sГѓВntesis veloz de una pelГѓВcula.
Un aliento de aire helado rozГѓВі mi piel aГѓВєn humedecida.
Alguien me observaba. TenГѓВa la total sensaciГѓВіn de tener aquellos ojos negros encima de mГѓВ, pero no podГѓВa ver a nadie.
El corazГѓВіn comenzГѓВі a latirme a mil.
SentГѓВ pasos cada vez mГѓВЎs cerca, y comencГѓВ© a repetirme que no podГѓВa ser, que el sueГѓВ±o no podГѓВa volverse realidad.
Algo saltГѓВі a la cama. SofoquГѓВ© un grito con mis manos y llevГѓВ© mis rodillas al pecho con de golpe.
ГўВЂВњAde, casi me matasГўВЂВќ, dije a mi bola de pelos de color miel. ComencГѓВ© a mimar a mi perro que mientras se habГѓВa hecho un ovillo a mi lado.
DecidГѓВ concentrarme en ГѓВ©l sin dejar de acariciarlo para relajarme. A la maГѓВ±ana siguiente habrГѓВa analizado si preocuparme o no por la pesadilla. Mientras tanto tratarГѓВa de dormir un poco mГѓВЎs, pero el miedo de volver a caer en aquella horrible fantasГѓВa era demasiado.
De una cosa estaba segura, las terribles sensaciones que habГѓВa experimentado no me dejarГѓВan, es mГѓВЎs, hubiera podido apostar que con el pasar del tiempo aumentarГѓВan.
2
LA ANCIANA
Me habГѓВa quedado despierta casi toda la noche. El sueГѓВ±o de la noche anterior me habГѓВa dejado una extraГѓВ±a sensaciГѓВіn. SentГѓВa terror de que todo aquello pudiera ser verdad, y no solo fruto de mi mente retorcida.
Me levantГѓВ© y me sentГѓВ© en el borde de la cama. RespirГѓВ© hondo, tres, cuatro veces, hasta que logrГѓВ© sentirme un poco mГѓВЎs tranquila.
Me arrastrГѓВ© hasta el armario. TomГѓВ© unos pantalones cortos y negros, y la primera remera que me cayГѓВі en mano.
Me mirГѓВ© al espejo. Estaba pГѓВЎlida, dos ojeras oscuras indicaban que no habГѓВa descansado bien, y mis cabellos indicaban lo mismo.
Por primera vez parecГѓВa tener algГѓВєn aГѓВ±o mГѓВЎs. Estaba acostumbrada a que me dijeran que parecГѓВa menor: nunca nadie me daba 18 aГѓВ±os. DespuГѓВ©s de todo tenГѓВan razГѓВіn. Ni yo me darГѓВa la edad que tenГѓВa, pero aquella maГѓВ±ana parecГѓВa tenerla.
Me pasГѓВ© una mano por la cara, como si con aquel gesto hubiera podido borrar todos mis pensamientos.
TomГѓВ© el maquillaje y comencГѓВ© con la restauraciГѓВіn.
“A nosotras dos, desconocida”, amenacé a mi reflejo con el cepillo de maquillar. “Veremos quién quedará mejor”.
GanГѓВ© yo. Mis cabellos volvieron a ser lacios y los recogГѓВ en una cola de caballo, la base cubriГѓВі las ojeras y con el lГѓВЎpiz negro le di un toque de color a mis ojos cansados.
En realidad el maquillaje no era necesario, ya que aquella maГѓВ±ana solo debГѓВa de ir a hacer un poco de jogging, antes de ponerme a hacer alguna cosa, pero sentГѓВa necesidad de ГѓВ©l.
Y sentГѓВa necesidad tambiГѓВ©n de tirarme el tarot.
Era una costumbre. Cada vez que sentГѓВa una duda o incerteza tomaba las cartas para ver quГѓВ© me aconsejaban hacer.
Esto, de cierta manera, me hacГѓВa sentir mГѓВЎs tranquila.
AtravesГѓВ© la habitaciГѓВіn de dos grandes pasos, tomГѓВ© el mazo de cartas del cajГѓВіn cercano a la cama y me sentГѓВ© en el piso con las piernas cruzadas.
Me concentrГѓВ© y mezclГѓВ© las cartas con cuidado, tratando de vaciar la mente. CortГѓВ© el mazo, lo recompuse en uno y suspirГѓВ©.
Luego a media voz dije: “¿Cómo puedo entender el sueño de anoche? ¿Qué sucederá ahora?”.
Era una pregunta un poco absurda de realizar: generalmente preguntaba cГѓВіmo me debГѓВa comportar, si debГѓВa hacer alguna cosa determinada, o pedГѓВa un consejo sobre algГѓВєn trabajo o alguna idea. No querГѓВa y nunca habrГѓВa usado el tarot para tratar de leer mi futuro. Iba contra mi convicciГѓВіn de que los verdaderos creadores del destino somos nosotros mismos, y nadie puede tener la certeza de lo que sucederГѓВЎ maГѓВ±ana.
Aquella maГѓВ±ana, sin embargo, la pregunta habГѓВa surgido de manera espontГѓВЎnea. SaquГѓВ© tres cartas del mazo y las apoyГѓВ© sobre el piso, una al lado de la otra.
Di vuelta la primera, como si leyera un libro, luego la segunda y finalmente la tercera.
ParpadeГѓВ© e me quedГѓВ© mirГѓВЎndolas fijamente, sosteniendo la respiraciГѓВіn.
¡Tres arcanos mayores!
Tres cartas de un cierto peso, pues son aquellas con mayor influencia mГѓВЎgica.
El loco, arcano nГѓВєmero cero.
La muerte, el dГѓВ©cimo tercer arcano.
La torre, el dГѓВ©cimo sexto arcano.
En pocas palabras, significaban un cambio inesperado en mi vida, un nuevo camino por recorrer.
Esto no me dejaba nada tranquila. RecogГѓВ las cartas y notГѓВ© que me temblaban las manos.
La ГѓВєltima cosa que hubiera querido en aquel momento, era un cambio drГѓВЎstico en mi vida. Me gustaba asГѓВ, ordinaria, regular, sin mayores sobresaltos.
Ya habГѓВa tenido bastante con un muchacho llamado Michel.
HabГѓВamos salido alguna vez. Me encantaban sus ojos, almendrados, como los de un pequeГѓВ±o ciervo perdido, y a sus cabellos negros y suaves. TenГѓВa aires de niГѓВ±o y juntos nos divertГѓВamos mucho. Estaba bien con ГѓВ©l, pero despuГѓВ©s de un tiempo me di cuenta de que aquello que sentГѓВa era una fuerte amistad y nada mГѓВЎs.
DecidГѓВ terminar con aquella historia esperando que antes o despuГѓВ©s entendiera mi decisiГѓВіn.
¡Me equivocaba por completo!
ГѓВ‰l me amaba y era de esos amores locos que te llevan a hacer locuras. Aquello que te hace creer que para siempre no es solo una ilusiГѓВіn, sino algo real, posible.
Pero es tambiГѓВ©n aquello que, cuando te corta las alas, te hace caer, cada vez mГѓВЎs bajo, en el corazГѓВіn de los infiernos.
Y fue lo que ГѓВ©l sintiГѓВі.
La obsesiГѓВіn lo cegГѓВі, y pasaba de momentos de rabia en los que me ofendГѓВa y blasfemaba en mi contra, a momentos de tranquilidad y depresiГѓВіn, en los que habrГѓВa hecho de todo por volver.
¡Le tenГѓВa miedo! Tanto que, cuando salГѓВa, trataba de no estar nunca sola.
PodrГѓВa parecer una exageraciГѓВіn, pero de verdad me daban miedo sus reacciones.
BajГѓВ© los hombros y de un salto me parГѓВ©. BajГѓВ© las escaleras corriendo, y me puse mis Converse negros y rosados.
Me dirigГѓВ al parque, aunque el dГѓВa no fuera de los mejores, el cielo estaba oscuro, por algunas nubes amenazantes de lluvia, sin embargo los treinta grados que habГѓВa se hacГѓВan sentir mucho.
EncendГѓВ el Ipod, me coloquГѓВ© los auriculares y dejГѓВ© correr mi playlist. TenГѓВa la desesperada necesidad de escuchar alguna mГѓВєsica que me cargara de energГѓВa, elegГѓВ a Queen con Princes of de Universe.
Al llegar a la entrada del parque, comencГѓВ© a correr.
Me gustaba aquel lugar, me daba alegrГѓВa incluso en los dГѓВas negros como aquel. ParecГѓВa que allГѓВ nunca se podrГѓВa terminar con el verde de los ГѓВЎrboles y el pasto tan bien cuidado.
Aquella maГѓВ±ana habГѓВa muy pocas personas. ComГѓВєnmente, en junio, se podГѓВan encontrar muchos niГѓВ±os paseando con los abuelos, incluso a las 8 de la maГѓВ±ana. En cambio era como si aquel dГѓВa todos se hubieran quedado en casa y solo yo hubiera tenido la loca idea de salir.
Esto no me gustaba nada.
LleguГѓВ© a la zona mГѓВЎs alejada y bella del parque, donde corrГѓВa un pequeГѓВ±ГѓВsimo rГѓВo, atravesado por un puente de madera, muy bien conservado.
Respiraba hondo aquel dulce perfume de agua y tierra mojada, cuando un rumor extraГѓВ±o llamГѓВі mi atenciГѓВіn.
Me saquГѓВ© los auriculares para escuchar mejor.
ParecГѓВan llantos.
Me detuve y mirГѓВ© un poco a mi alrededor. Con el dorso de la mano me sequГѓВ© el sudor de la frente y di algГѓВєn paso mГѓВЎs hacia adelante, siempre escuchando desde dГѓВіnde venГѓВa aquel ruido.
Y la vi.
Era una viejita de rostro dulce, y con los cabellos recogidos ordenadamente en un moГѓВ±o. Estaba llorando, triste por algo que no sabГѓВa.
“Señora, ¿todo bien?” pregunté, avanzando algún paso con lentitud.
A su lado habГѓВa un cesto con ropa, simplemente estaba lavando la ropa en el rГѓВo.
SentГѓВ curiosidad y temor, al mismo tiempo, sin saber por quГѓВ©. DespuГѓВ©s de todo, era solo una seГѓВ±ora anciana, demasiado triste y sola.
“¿SeГѓВ±ora?ГўВЂВќ intentГѓВ© de nuevo, con un tono mГѓВЎs dulce, dado que no parecГѓВa haber notado mi presencia.
Estaba muy cerca, y podГѓВa ver lo que tenГѓВa entre sus manos.
En un primer momento pensГѓВ© que podГѓВa ser ropa de su probable difunto marido. En cambio, mirando bien, me di cuenta que sostenГѓВa una remera demasiado pequeГѓВ±a para ser usada por un hombre, y muy juvenil como para que fuera suya.
AgudicГѓВ© la vista, para ver mejor, y dos cosas me paralizaron la respiraciГѓВіn.
HabГѓВa un dibujo en aquella remera blanca, una simple mariposa rosada. BajГѓВ© la vista y vi que era la misma que llevaba puesta yo.
¡No tenГѓВa sentido!
¿AГѓВєn dormГѓВa?
¿Pero cuГѓВЎndo me habГѓВa dormido?
No, estaba despierta y consciente. Desgraciadamente.
La viejita estaba concentrada en su trabajo, empeГѓВ±ada en quitar una mancha.
Una mancha rojiza e irregular.
Me relajГѓВ© un segundo. Tal vez era de una nieta, la habГѓВa ensuciado y la abuela la estaba lavando.
Pero, ¿por qué lloraba?
Mis ojos se detuvieron en el color escarlata del agua que bajaba. ¿PodГѓВa ser una mancha de sangre fresca? Justo a la altura del lado derecho.
Mi fantasГѓВa viajaba de manera demasiado veloz. ¡Era todo muy absurdo para ser verdad!
La abuelita se dio vuelta y me fijГѓВі, con dos ojos de hielo que parecГѓВan implorarme que la entendiera.
“Lo lamento”.
“¿Por qué, señora?”, traté de preguntar en un tono calmo, “¿Qué sucedió? ¿Por qué hay toda esa sangre?”
“Lo entenderás…pronto…lo siento”, y volvió a su tarea, siempre llorando y dejando que las lágrimas le recorrieran el rostro, ya surcado por las arrugas.
Hubiera querido consolarla, continuar hablando, preguntarle mГѓВЎs, pero apenas abrГѓВ la boca, sentГѓВ el ladrido de un perro.
Me di vuelta y lo vi allГѓВ, a dos pasos de mГѓВ. Un lobo, de manto negro como la noche, me ladraba.
SentГѓВ un segundo de temor por la seГѓВ±ora, y me girГѓВ© para advertirla, pero ya no estaba allГѓВ, ni elle ni el cesto de la ropa.
El corazГѓВіn me dio un salto, ¡no podГѓВa haberme imaginado todo!
Mientras tanto el lobo avanzГѓВі hacia mГѓВ y me apoyГѓВі el hocico en la mano, para llamar mi atenciГѓВіn.
Hizo que le acariciara la cabeza y luego saltГѓВі hacia la zona noreste del parque, la zona a la cual iban las parejas para estar tranquilas.
En efecto, era un lugar bastante apartado, con grandes sauces llorones, que podГѓВan crear un perfecto escondite.
Yo nunca habГѓВa ido, porque me parecГѓВa un lugar peligroso.
Las dudas de mi cabeza se desvanecieron, cuando escuchГѓВ© gritos que provenГѓВan desde allГѓВ y, sin pensarlo, corrГѓВ detrГѓВЎs del lobo.
DespuГѓВ©s de un par de metros, lleguГѓВ©. Los gritos eran mГѓВЎs fuertes y podГѓВa oГѓВr voces. RetirГѓВ© unas ramas de sauce y pude ver toda la escena.
ГўВЂВњEres solo una pequeГѓВ±a molestiaГўВЂВќ, gritГѓВі la chica de cortos cabellos rubios, que le caГѓВan todos a un lado.
“No, te lo ruego, déjame ir. No he hecho nada”
MirГѓВ© hacia el lugar del que provenГѓВa esa voz.
Era una muchacha simple, con cabellos desordenados de color castaГѓВ±o que le caГѓВan sobre los hombros.
Una tercera muchacha, la sostenГѓВa de los brazos, por detrГѓВЎs, de manera de no permitirle moverse. No decГѓВa nada, se limitaba a sonreГѓВr, masticando frenГѓВ©ticamente un chicle. La cresta verde y roja, en la cabeza, y una cantidad de piercings en las orejas y en la cara, la hacГѓВan parecer un muchacho.
“¿QuГѓВ©?ГўВЂВќ dijo la rubia. ГўВЂВњTГѓВє estГѓВєpida muchachita, fuiste a la policГѓВa a decir que te sacamos plata para la cocaГўВЂВќ
“Io… io…”, susurró la pobre muchacha.
“¿TГѓВє quГѓВ©?ГўВЂВ¦admГѓВtelo o…” La mano de la rubia bajГѓВі hasta el bolsillo trasero de su jean, sacГѓВі una navaja, y con un movimiento rГѓВЎpido hizo saltar la punta que brillГѓВі amenazadora delante de los ojos de la pobre vГѓВctima indefensa.
Odiaba a quiГѓВ©nes hacГѓВan bulling. Me habГѓВa pasado que me tomaran el pelo, pero nunca nadie habГѓВa llegado al extremo de amenazarme con un cuchillo.
No lo podГѓВa concebir, esto era demasiado.
NotГѓВ© la expresiГѓВіn de la pobre muchacha. Estaba aterrorizada, lloraba a mares, y se la habГѓВa corrido el poco maquillaje que se habГѓВa puesto en los ojos.
¿CГѓВіmo podГѓВan tratar asГѓВ a una pobre muchacha indefensa?
Algo dentro de mГѓВ comenzГѓВі a bullir. Sin que me diera cuenta, mis piernas se movieron solas, como empujadas por una fuerza exterior.
“Hey, déjenla” grité.
Me precipitГѓВ© hacia ellas, la adrenalina se apoderГѓВі de mГѓВ y ya no respondГѓВa por mis acciones.
“¿Qué quieres? Vete, no te metas en problemas ajenos” dijo la rubio fulminándome con la mirada.
“Déjenla en paz y me voy”
ГўВЂВњVete ahoraГўВЂВќ dijo, moviendo los ojos. ГўВЂВњNo son problemas tuyos, ¿cuГѓВЎntas veces debo decГѓВrtelo? Ve a hacerte la heroГѓВna a otra parte.ГўВЂВќ
“Yaaa” dijo la muchacha punk, arrastrando la última letra.
La rubia levantó el cuchillo: “Esto te hará daño, pero es solo una invitación para que retires la denuncia. Si no lo haces...” imitó con la mano libre el gesto de cortarle el cuello.
ГўВЂВњNo bromees dГѓВ©jala en paz. Hizo bien en denunciarlas. Ustedes no saben lo que significa ser presa de mira. Quiere decir tener terror de salir de casa, de ir a la escuela. Uno se aГѓВsla por culpa de muchachas odiosas como ustedes, que les arruinan la vida a pobres muchachas inocentes. Deja la navaja ahora, ponlo en el piso.ГўВЂВќ Casi gritГѓВ© estas ГѓВєltimas palabras.
“Está bien lo dejo. Me has conmovido, sabes.”, dijo burlona la rubia, con la nariz en alto fingiendo el llanto. Luego agrego: “Pero antes se lo clavo en los muslos”.
La rubia tratГѓВі de golpear con la navaja a la muchacha, yo me tirГѓВ© delante de ella y la respiraciГѓВіn se me bloqueГѓВі en la garganta.
SentГѓВ algo calienta que me corrГѓВa por el lado derecho y una sensaciГѓВіn de torpeza comenzГѓВі a correrme por todo el cuerpo. BajГѓВ© la mirada y vi una mancha rojiza que comenzГѓВі a arruinarme la remera blanca.
Una lГѓВЎgrima me regГѓВі el rostro, luego otra. La cabeza me comenzГѓВі a girar y todo a mi alrededor parecГѓВa quedar en silencio. Mi respiraciГѓВіn comenzГѓВі a hacerse corta e irregular. Las piernas me cedieron y caГѓВ al piso como una bolsa vacГѓВa.
Sentàa la muchacha punk exclamar: Oh mierda, esta está muerta…está muerta en serio. La mataste”.
“Vámonos, rápido. Dejémosla aquàque se muera”, dijo la rubia.” Y tú, ven con nosotras, no nos denunciarás también por esto”.
Las tres se marcharon, rГѓВЎpidamente, dejГѓВЎndome sobre una cama de hojas.
Me di cuenta en aquel momento que no habГѓВa lГѓВЎgrimas sobre mi rostro, sino gotas de lluvia.
Era como si el cielo hubiera comenzado a llorar por mГѓВ.
SabГѓВa que en aquel lugar nadie me habrГѓВa encontrado a tiempo para salvarme. Estaba destinada a morir, sin siquiera haber tenido tiempo de despedirme de mis padres.
Mi madre, mi dulce y querida madre siempre dispuesta a estar a mi lado. Me hubiera gustado agradecerle por todo lo que siempre habГѓВa hecho por mГѓВ.
Mi padre, mi adorado y fuerte papГѓВЎ, de quien habГѓВa sacado mis rebeldes y negros cabellos. Me hubiera gustado escucharlo mГѓВЎs seguido.
Y Ade, mi fiel amigo de cuatro patas. ¿QuГѓВ© habrГѓВa hecho ahora sin mГѓВ? EstГѓВЎbamos siempre juntos, inseparables, y ahora ya no podrГѓВa estar a su lado.
Fue justo con este pensamiento, que una lГѓВЎgrima me corriГѓВі por la mejilla, y esta vez de verdad, mezclГѓВЎndose con la lluvia.
Un escalofrГѓВo me atravesГѓВі el cuerpo y todo pareciГѓВі moverse.
El mundo me girГѓВі entorno y algo me elevГѓВі, fuera del cuerpo. No lograba distinguir nada. Estaba viajando a una velocidad tal que veГѓВa solo sombras indistintas y relГѓВЎmpagos de luz. Lo ГѓВєnico que podГѓВa percibir en aquel particular viajes eran las voces. Lamentos para ser mГѓВЎs precisa. LГѓВєgubres y tГѓВ©tricos lamentos. AdemГѓВЎs era como si manos invisibles se alargaran para detener mi loca corrida. Me agujereaban el cuerpo, pero no sangraba, y jirones de carne parecГѓВan desprenderse de mi cuerpo cada vez que una de esas manos me rozaba.
DespuГѓВ©s de algunos minutos, que me parecieron infinitos, volvГѓВ a fluctuar.
No estaba en una habitaciГѓВіn.
No estaba afuera.
No estaba tampoco en el cielo.
Flotaba en una especie de dimensiГѓВіn celeste, todo a mi alrededor brillaba en una luz azulada e hipnГѓВіtica.
HabrГѓВa podido permanecer allГѓВ por siempre. SentГѓВa una paz tan inmensa que hubiera podido perderme allГѓВ para siempre.
Mis plegarias fueron escuchadas.
Un resplandor blanco, enceguecedor me hizo perder el sentido y todo quedГѓВі oscuro y en silencio.
3
LA LLEGADA A NAOSTUR
“¿No deberГѓВas despertarla, ahora?ГўВЂВќ
“Es tan dulce verla dormir”
“¿Has enloquecido? No hablarás en serio, Sara”.
SentГѓВa la voz de dos chicas.
¿Quiénes eran?
¿QuГѓВ© querГѓВan?
Deseaba que se fueran y me dejaran dormir.
¡Para siempre!
No querГѓВa despertar, estaba muy bien donde me encontraba.
“¡Basta ya!ГўВЂВќ. OrdenГѓВі una voz dulce y al mismo tiempo autoritaria. Era un muchacho y por su timbre de voz debГѓВa de ser de mi edad o un poco mayor. No lo pensГѓВ© demasiado. Mi cerebro reclamaba a cada intento de hacerlo funcionar.
“¡Por fin has llegado!ГўВЂВќ, dijo la primera muchacha, la que parecГѓВa mГѓВЎs decidida e inflexible.
“Váyanse, déjenme solo con la nueva arribada”.
“Claro, Jefe”, respondieron las muchachas, a coro, sonriendo.
SentГѓВ pasos que se alejaban, alguna palabra susurrada y la puerta que se cerraba con un rechinar fastidioso.
Por fin me quedГѓВ© sola.
¿O estaba equivocada?
Algo caliente se acercГѓВі a mi rostro. Se olГѓВa como el aire de la montaГѓВ±a.
En un determinado momento esta cosa, se acercГѓВі a mis labios, y en ellos se posГѓВі.
Fue entonces cuando entendГѓВ que aquello era un beso.
El beso mГѓВЎs intenso que habГѓВa recibido hasta ese momento. Mis labios se movieron de manera involuntaria. Se abrГѓВan y se cerraban siguiendo a sus labios. Era como oxГѓВgeno. Buscaba ГѓВЎvidamente aquella boca, como si de ella pudiera tomar fuerza.
Como si pudiera volver a la vida.
Un ligero sacudГѓВіn elГѓВ©ctrico recorriГѓВі cada centГѓВmetro de mi cuerpo, poniendo en movimiento los engranajes.
Los labios misteriosos se separaron de los mГѓВos. SacudГѓВ los ojos, y me sentГѓВ© de golpe, bostezando.
“¡Estate un poco atenta!”
ГўВЂВњD-disculpaГўВЂВќ, balbuceГѓВ©. Me habГѓВa levantado tan rГѓВЎpido que casi le golpeГѓВ© la cara. Se encontraba a pocos centГѓВmetros de mГѓВ y era el chico mГѓВЎs hermoso que jamГѓВЎs hubiera visto. Sus ojos eran negros como la noche, los cabellos rizados, despeinados y negros, parecГѓВan tan suaves que hubiera querido acariciarlos.
Me di cuenta que no podГѓВa parar de mirarlo, con la boca abierta, y tratГѓВ© de disimular mi vergГѓВјenza lo mejor que pude.
“Debo aclararte las cosas rápidamente”, dijo con seriedad, “¡Estás muerta! Ahora te encuentras en el Otro Mundo. Te desperté con un beso y…”
“Para, para, para. Una información a la vez”. Lo frené alzando la mano. “Comencemos desde el inicio. Antes que nada no creo estar muerta, dado que estamos hablando y te estoy mirando a los ojos. En segundo lugar, ¿quién eres tú? Y ¿qué es esta historia…bueh, del beso?”.
NotГѓВі que las mejillas se me habГѓВan enrojecido e hizo una sonrisa que me erizГѓВі la piel. ParecГѓВa un terrible cazador que gozaba al ver a su presa enjaulada, sin ninguna puerta de salida.
ГўВЂВњSГѓВ, estГѓВЎ bien, tienes razГѓВіnГўВЂВќ. Se aclarГѓВі la garganta. ГўВЂВњMe llamo Gabriel, y soy el ГѓВЎngel de la muerte. Por cuanto pueda parecerte absurdo te besГѓВ©, porque tengo la mala fortuna de hacer morir a la gente, y, en casos raros, de revivirlaГўВЂВќ
“¿Ángel de la muerte? Esta sГѓВ que es buenaГўВЂВќ. Me larguГѓВ© a reГѓВr. ГўВЂВњAГѓВєn estoy soГѓВ±ando, debo, sin lugar a dudas, despertarmeГўВЂВќ
ComencГѓВ© a pellizcarme el brazo, pero el efecto que obtuve no fue el esperado. No me despertГѓВ© en mi cama, como cuando habГѓВa tenido aquella terrible pesadilla, la noche anterior.
¿Entonces lo que me habГѓВa dicho era verdad?
¿Aquello era el más allá?
Si estaba muerta, ¿por quГѓВ© el pellizco me habГѓВa hecho daГѓВ±o?
MirГѓВ© a mi alrededor, despistada. La habitaciГѓВіn estaba toda recubierta en madera. Una banderola estaba tapada por cortinas azules, haciendo juego con las sГѓВЎbanas y las alfombras.
EnarquГѓВ© una ceja y pensГѓВ© que en cuanto a decoraciГѓВіn les faltaba, definitivamente, mucha fantasГѓВa.
Junto a la cama, a mi izquierda, habГѓВa un enorme espejo, y en aquel preciso momento pude ver mi reflejo. El rostro pГѓВЎlido, los cabellos mГѓВЎs largos y mГѓВЎs negros. Usaba aГѓВєn la remera blanca con la mariposa rosada y los pantalones cortos y negros.
Y mis All Star.
ГўВЂВњLo siento, sГѓВ© que es difГѓВcil de aceptar, pero estГѓВЎs muerta de verdadГўВЂВќ, y con un gesto automГѓВЎtico de circunstancia, me posГѓВі una mano en el brazo como si quisiera consolarme. SentГѓВ un escalofrГѓВo a lo largo de la espalda, una mezcla de miedo, horror y atracciГѓВіn.
Era como si pudiera tener algunas informaciones, en forma de sensaciones, sobre mi vida. Hubiera podido jurar que sintiГѓВі tambiГѓВ©n ГѓВ©l esa especie de sacudГѓВіn porque me mirГѓВі bombardeГѓВЎndome por una fracciГѓВіn de segundo los ojos negros, casi irritados, y retirГѓВі, rГѓВЎpidamente, la mano.
“Ok, escucha”, dijo él retomando su discurso anterior, “te encuentras en un lugar llamado Naostur. Deberás comportarte en cierta forma de ahora en más. Este no es el mundo en el que estás habituada a vivir, aunque se asemeje bastante”.
“¿Estoy en el paraГѓВso?ГўВЂВќ
Gabriel comenzГѓВі a reГѓВr ГўВЂВњSofГѓВa ¿quГѓВ© dices? EstГѓВЎs solamente en otra dimensiГѓВіn. Naostur es una especie de mundo paralelo. La ГѓВєnica diferencia es que aquГѓВ el sol ilumina solo una parte de las tierras, el Reino de Elos. En la otra parte, el Reino de Tenot, es siempre de noche.ГўВЂВќ
Bien, tendrГѓВa que aprender a convivir con un sol que nunca se pondrГѓВa. La idea no me gustaba demasiado.
Mis pensamientos cambiaron de improviso, una campana de alarma se encendiГѓВі en mi estГѓВіmago.
“Espera, ¿cómo sabes mi nombre? Nunca te dije cómo me llamaba”
ГўВЂВњTodos saben quiГѓВ©n eres, SofГѓВa. ¿O prefieres que te llama Neman?ГўВЂВќ
¿Neman? ¿Me estaba tomando el pelo?
No era para nada divertido
HabГѓВa apenas regresado de un viaje por los infiernos y no tenГѓВa ninguna ganas de bromear.
ГўВЂВњSolo SofrГѓВa, graciasГўВЂВќ, dije en el tono mГѓВЎs ГѓВЎcido que pude.
ГўВЂВњEstГѓВЎ bien, SofГѓВaГўВЂВќ, dijo Gabriel, devolviГѓВ©ndome una sonrisa muy misteriosa, ГўВЂВњahora escГѓВєchame, estas son las reglas. PodrГѓВЎs salir de aquГѓВ solo acompaГѓВ±ada por mГѓВ o por tus hermanas: podrГѓВas perderte fГѓВЎcilmente y no deberГѓВas andar por la zona de las sombras bajo ningГѓВєn motivo. Ni sola, ni acompaГѓВ±ada, irГѓВЎs cuando estГѓВ©s pronta. ¿Has entendido?ГўВЂВќ, concluyГѓВі apuntГѓВЎndome con un dedo.
Retuve una carcajada, despuГѓВ©s de haber escuchado todas aquellas recomendaciones absurdas. Pero entendГѓВ que no bromeaba. Que todo era muy serio.
“Está todo muy claro. Solo que te equivocas: yo no tengo hermanas.”
“En el mundo real, eres hija única, aquàtienes dos. Sara, la custodia de los poderes de Badb, y Sonia, la custodia de los poderes de Macha.”
Me rasqué la cabeza confusa. “Ok, ¿hay algo más que deba saber?”
Sin dudas era una situaciГѓВіn surrealista. Demasiadas cosas nuevas, demasiadas reglas, demasiada confusiГѓВіn, demasiados cambios.
Las cartas tenГѓВan razГѓВіn.
ГўВЂВњSГѓВ, hay algo mГѓВЎsГўВЂВќ dijo en tono serio. Y, al ver que mis pensamientos estaban en otra parte, me tomГѓВі con delicadeza el mentГѓВіn y me hizo mirar hacia ГѓВ©l.
Mi corazГѓВіn comenzГѓВі a latir alocadamente, me tomГѓВі por sorpresa aquel gesto.
Sobre su rostro pasaron una serie de emociones: estupor, tormento y rabia. QuitГѓВі la mano y apuntГѓВі su mirado fijamente delante de sГѓВ, en direcciГѓВіn al espejo.
ГўВЂВњHay una cosa que no debes hacer, una regla que no podrГѓВЎs infringirГўВЂВќ. Su tono me asustГѓВі. ГўВЂВњNo debes buscarme y no debes confiarte en mГѓВ, no soy tu baby-sitter. No te seguirГѓВ© paso a paso en tu transiciГѓВіn. Soy el ГѓВЃngel de la Muerte, tengo un buen nГѓВєmero de almas de las cuales nutrirme, y tengo que llevar a tГѓВ©rmino una misiГѓВіn, por lo tanto no quiero problemas. AdemГѓВЎs…” Se detuvo, una sombra bajГѓВі a sus ojos y callГѓВі.
“Además estando a mi lado solo te buscarás problemas. Hago daño a las personas que están a mi lado.”
CerrГѓВі los puГѓВ±os y se levantГѓВі de golpe para ir a abrir la puerta.
No pude decir nada. Aquellas ГѓВєltimas palabras retumbaron en mi cabeza, no lograba darles el significado adecuado.
La voz de Gabriel me hizo regresar los pies a la tierra. Estaba llamando a alguien que estaba fuera de la habitación. “Sara, Sonia, pueden entrar ahora, está despierta”.
La primera muchacha en entrar tenГѓВa el cabello rojo, como el fuego, largo hasta la cintura. Sus negros ojos parecГѓВan los de un cuervo.
MirГѓВ© a la otra muchacha. Sus cabellos tambiГѓВ©n eran largos hasta la cintura, pero de un rubio claro, tan claros que parecГѓВan blancos. MГѓВЎs que nada llamaban la atenciГѓВіn sus ojos: dos ojos de hielo, lГѓВmpidos y sinceros. ParecГѓВan tristes y ademГѓВЎs ella me recordaba a alguien. Y, como con la otra, no podГѓВa recordar a quiГѓВ©n.
La muchacha de cabello blanco pasГѓВі a aquella de cabello rojo, que quedГѓВі detenida en la mitad de la habitaciГѓВіn y me observaba con los bruzaos cruzados. Se sentГѓВі en la cama y me abrazГѓВі como una niГѓВ±a cuando ve a su madre. “¡Neman, estГѓВЎs aquГѓВ!ГўВЂВќ gritГѓВі.
ГўВЂВњTal vez te hayas equivocado, me llamo SofГѓВaГўВЂВќ, dije, tratando de soltarme del abrazo con gentileza.
ГўВЂВњCierto, Neman, sГѓВ© que los humanos te llaman SofГѓВa. Mi nombre humano es Sara, pero cuando se dirigen a mГѓВ como Diosa me llaman Badb. Soy la guardiana del pozo sacro, custodia del conocimiento infinitoГўВЂВќ. De golpe, sus ojos se entristecieron. ГўВЂВњDebes saber que lo siento mucho, debГѓВ mostrarme ante ti como Diosa, debГѓВas morir para poder alcanzarnos, pero ahora estГѓВЎs aquГѓВ sana y salva. No me odias, ¿verdad?ГўВЂВќ Me lo estaba preguntando con el labio inferior hacia adelante, y esos ojazos tan claros que parecГѓВan blancos.
Me daba ternura. Luego comprendГѓВa que ella era la viejita que habГѓВa visto en el parque.
Sus ojos de hielo me miraron en lГѓВЎgrimas.
Por un segundo sentГѓВ mucha rabia, pero decidГѓВ respirar profundo para asГѓВ calmarme.
Luego, con una sonrisa falsa, dije: “No, Sara, no estoy enojada contigo. Quédate tranquila.”
Coloque mi mano en sus cabellos para calmarla. Estaba, de verdad, desesperada.
La mirГѓВ© mejor y me preguntГѓВ© cuГѓВЎntos aГѓВ±os tendrГѓВa. ParecГѓВa no tener mГѓВЎs de quince, por su dulce rostro de niГѓВ±a.
Me llamГѓВі la atenciГѓВіn la otra muchacha, que se aclarГѓВі la voz y dijo: ГўВЂВњMi nombre humano es Sonia, pero en realidad soy la reencarnaciГѓВіn de Macha, reina de las pesadillas. Yo soy quien te advirtiГѓВі. ArriesguГѓВ© demasiado para venir a tu encuentro, los del Reino de Tenot, el lado oscuro, nos estГѓВЎn controlando. Saben quiГѓВ©n eres y, sobre todo, saben que estГѓВЎs aquГѓВГўВЂВќ. No se habГѓВa movido ni un centГѓВmetro, habГѓВa permanecido quieta en la mitad de la habitaciГѓВіn, con los brazos cruzados.
ГўВЂВњOh, tГѓВє eres la que vi en mi sueГѓВ±o. Una parte de mГѓВ, ¿verdad? Solo queГўВЂВ¦no te pareces tanto a mГѓВ. ¿Por quГѓВ© ГѓВ©ramos tan iguales? PreguntГѓВ©, confundida.
A decir verdad nos parecГѓВamos un poco, solo que mis ojos color oliva no tenГѓВan nada que ver con sus dos bochones negros, y su postura no era, por cierto, como la mГѓВa. Ella, a diferencia de Sara que parecГѓВa una pequeГѓВ±a, era una mujer hecha y derecha. La habrГѓВa considerado una lГѓВder o a la cabeza de cualquier grupo. Se veГѓВa que le gustaba mandar y controlar la situaciГѓВіn. Se comunicaba con Sara solo con la mirada y, de hecho asГѓВ fue como la hizo levantar y salir de la habitaciГѓВіn para ir quiГѓВ©n sabe dГѓВіnde.
Al rato regresГѓВі con un mazo de cartas y me las dio. Solo entonces Sonia se sentГѓВі a mi lado y al lado de Sara. ComenzГѓВі a ojear las cartas y sacГѓВі un pergamino amarillento que tenГѓВa nombres escritos en ГѓВ©l. RecorrГѓВ con velocidad la lista con mi mirada.
Finalmente vi mi nombre escrito al lado de los de Sara y Sonia.
Levanté la mirada desconcertada. “Y esto, ¿qué es?”.
“Una lista de nombres. Son todas las reencarnaciones de Macha, Badb y Nemann, además de aquellas de Morrigan. Si nuestras tres almas trabajan juntas, toman el poder de la Gran Reina, de la Diosa de la guerra y el cambio.”
Gabriel, que hasta ese momento habГѓВa permanecido en silencia apoyado en la pared del cuarto, comenzГѓВі a reГѓВr y dijo: ГўВЂВњMuchachas, ¿desde cuГѓВЎndo se suceden estas reencarnaciones? ¿Quinientos? ¿MГѓВЎs? Si mal no recuerdo, Morrigan jurГѓВі volver.ГўВЂВќ Me apunto con el dedo como culpГѓВЎndome de algo. ГўВЂВњElla es la reencarnaciГѓВіn de la Diosa, todos la buscan. Les deberГѓВa bastar como prueba.ГўВЂВќ
“¡Cállate, ángel maldito! Es imposible” dijo Sonia, saltándole encima como un león. “Si de verdad las cosas fueran como tú dices, ¿por qué no reencarnó antes? Si existe y no es solo el nombre de nuestro poder ¿por qué no apareció antes?”
Gabriel no se moviГѓВі, se limitГѓВі a sacudir la cabeza y a esbozar una sonrisa burlona.
ComenzГѓВі a recitar algo que parecГѓВa una poesГѓВa.
“La luz de la luna abraza a la niña
tan pequeГѓВ±a y tan asustada.
Aquel hombre malo quiere daГѓВ±arla
pero la Gran Madre quiere salvarla.
El destino le guarda grandes cosas
pero solo su corazГѓВіn le dirГѓВЎ la verdad.ГўВЂВќ
ГўВЂВњCon esta bella poesГѓВa, ¿quГѓВ© quieres decir?ГўВЂВќ Le preguntГѓВ© irritada.
Su mirada me atravesó. “Quiero decir”, comenzó con un tono tan seco que se me hizo un nudo en la garganta, “que tú recién llegaste, y de estas cosas no puedes saber nada. Ahora cámbiate. Debemos irnos.”
Se girГѓВі y saliГѓВі. PermanecГѓВ mirГѓВЎndole la espalda con las lГѓВЎgrimas que asomaban en mis ojos. ¿QuiГѓВ©n era ГѓВ©l para tratarme asГѓВ? EstГѓВЎ bien, estaba muerta y habГѓВa retornado a un mundo que no conocГѓВa, gracias a un beso suyo.
Un maldito beso suyo.
¿QuerГѓВa hacerse odiar? ¿Era este el objetivo de su discurso anterior?
Pues lo habГѓВa logrado.
HabГѓВa algo misterioso en ГѓВ©l. Algo que no deberГѓВa descubrir, pero que igualmente querГѓВa conocer a toda costa.
SentГѓВa la necesidad de conocer mГѓВЎs, si bien me habГѓВa sido ordenado no averiguarlo. Las lГѓВЎgrimas comenzaron a caer, silenciosas.
Sara se dio cuenta de inmediato. “Llora cariño, si sientes la necesidad. Tu vida ha cambiado demasiado rápido.” Posé la cabeza en su hombre y comencé a llorar desconsoladamente.
DespuГѓВ©s de algunos minutos me tranquilicГѓВ©.
Mientras tanto, Sara, habГѓВa salido a buscar algunos vestidos para salir, y volviГѓВі con tres esplГѓВ©ndidos trajes que parecГѓВan salidos de un castillo medieval. Eran de tafeta, con brillantes en el pecho, y cada vez que les daba la luz, formaban un arcoГѓВris de colores brillantes. Los bordes eran de oro con arabescos en plata, y la falda caГѓВda suave y ligera, para permitir cualquier tipo de movimiento. Los hombros quedaban descubiertos, pero en esa dimensiГѓВіn el clima era siempre templado.
El sol siempre iluminaba aquel mundo, y por esto la temperatura era siempre agradable, y se sentГѓВa el calor de aquel en la piel.
El vestido de Sara era azul como sus ojos, el de Sonia rojo como sus cabellos, y el mГѓВo era violeta oscuro, mi color preferido.
Me lo puse y me mirГѓВ© al espejo, detrГѓВЎs de mГѓВ estaban Sonia y Sara. ParecГѓВamos tres damas de otra ГѓВ©poca.
Esto me hizo sonreГѓВr, me volviГѓВі el buen humor.
De todas maneras querГѓВa saber algo.
“¿Muchachas adónde vamos?”
Sonia se acercГѓВі y me susurrГѓВі al oГѓВdo: ГўВЂВњvamos a ver a la ГѓВєnica persona que puede ayudarteГўВЂВќ
“¿Y es confiable?”
“¡Ares, claro!” exclamó Sara.
“¿Cómo puedes estar tan segura?”
Algo dentro de mГѓВ no me dejaba caer la guardia.
ГўВЂВњEs un inmortal. Los inmortales son quienes nos dominan, pero viven en el Reino de Tenot y viene aquГѓВ una vez al mes a recoger sus tributos e infligir algГѓВєn castigoГўВЂВќ me explicГѓВі Sonia. ГўВЂВњAres naciГѓВі aquГѓВ, en el Reino de Elos. Su padre muriГѓВі combatiendo contra el Rey que nos persigue y asГѓВ fue como decidiГѓВі no volver mГѓВЎs. Quiere vengarse y se aliГѓВі con nosotros.ГўВЂВќ
“Okey vamos con este tal Ares” no me quedaba otra que darle una posibilidad.
Sonia me sonriГѓВі por ГѓВєltima vez, una sonrisa corajosa.
Todos estaban seguros de que Ares me salvarГѓВa, yo estaba convencida de que algo saldrГѓВa mal.
¿Pero quiГѓВ©n era para poder decirlo? Tal vez deberГѓВa relajarme un poco. El estrГѓВ©s me estaba haciendo doler la cabeza.
Aun estando muerto se puede sentir dolor de cabeza.
4
El reino de Elos
¿PodrГѓВa haber terminado en el ParaГѓВso?
Algo asГѓВ jamГѓВЎs lo hubiera creГѓВdo.
Apenas salГѓВ, me encontrГѓВ© en un lugar en el que la luz del sol resplandecГѓВa siempre. Y el cielo parecГѓВa pintarlo todo con su azul.
No era muy distinto a la Tierra, el lugar en el que me encontraba, la vegetaciГѓВіn era la misma.
NotГѓВ© alguna acacia con sus flores rosas, y algГѓВєn duraznero en flor. No habГѓВa casa o edificio que no estuviera tapado de plantas y flores.
Aquello que, literalmente, me cortГѓВі la respiraciГѓВіn fue la presencia de seres mГѓВЎgicos delante de mГѓВ.
Me estaban esperando y estaban dispuestos en un semicГѓВrculo dispuestos por raza y altura. Partiendo desde la derecha, habГѓВa unos pequeГѓВ±os seres luminosos, de unos veinte centГѓВmetros. DetrГѓВЎs de la espalda tenГѓВan alas que se movГѓВan como las de un colibrГѓВ. Se podГѓВa apreciar como un polvo brillante que caГѓВa al piso como si fuera nieve dorada.
En el centro estaban los gnomos, ¡imposible no reconocerlos! TenГѓВan una estatura de entre 90 y 150 centГѓВmetros. HabГѓВa estaba siempre convencida que nunca nadie los podГѓВa ver, y sin embargo estaban allГѓВ delante de mГѓВ. Los hombres con barbas largas y negras, los mГѓВЎs jГѓВіvenes, y grises los mГѓВЎs ancianos. Las mujeres con un sombrero que se achataba para sujetar sus dos trenzas, ordenadas firmemente con una moГѓВ±a colorida.
Cerrando el cГѓВrculo se encontraban unos seres que no podГѓВa reconocer.
“¿Sonia, quiénes son?” pregunté, abriendo apenas los labios para no hacer un papelón.
ГўВЂВњSon medio elfos, SofГѓВa. Una raza generada mucho tiempo atrГѓВЎs, gracias al contacto con los seres humanos. Solo los elfos podГѓВan entrar en contacto con los seres humanos, y el resultado de esa uniГѓВіn, lo puedes observar con tus propios ojos.ГўВЂВќ
ГўВЂВњYa entendГѓВ, y ¿quГѓВ© poderes tienen?ГўВЂВќ
ГўВЂВњEs difГѓВcil saberlo, depende del caso. Pueden alcanzar cualquier poderГўВЂВќ
“Esto quiere decir que puede haber malos o buenos.”
“Exacto, algunos ayudaron hace ya tiempo a echar el reino a seres despreciables. Los malos pueden ser despiadados y es aconsejable mantenerse alejado de ellos.”
Hubiera querido preguntar algo mГѓВЎs de esta cuestiГѓВіn, cuando un medio elfo avanzГѓВі hacia nosotras.
VestГѓВa una camisa de seda blanca, atada a la cintura y abierta en el pecho que permitГѓВa entrever un fГѓВsico perfecto. TenГѓВa pantalones color caqui y cabellos largos y negros atados, en una cola de caballo descuidada, con un lazo dorado.
NotГѓВ© que sus orejas no eran demasiado puntiagudas, si bien asomaba una punta notoria. PodrГѓВa haber sido confundido perfectamente con un humano. Se llevГѓВі una mano al corazГѓВіn y bajГѓВі la cabeza en seГѓВ±al de respeto.
“Soy Calien, del Reino de Elos y de los medio elfos. Nuestro pueblo exulta delante de vuestra presencia” Su tono de vos era cálido y a la vez autoritario. “Ha venido para salvarnos del malvado rey del Reino de Tenot, cuya crueldad se revela en el modo en que se hace llamar: ¡Mefisto! Su corazón inmortal está corrompido por los demonios más despiadados. Solo Neman, unida a Badb y Macha, podrán salvarnos. Gloria y Honor a Vosotras.”
ГўВЂВњGloria y Honor a VosotrasГўВЂВќ gritaron todos al unГѓВsono. Se llevaron la mano al corazГѓВіn y se inclinaron delante de mГѓВ.
Hubiera querido decirles que se levantaran, me hacГѓВan sentir vergГѓВјenza.
Sara se me acercó y me apoyó una mano en el hombro. “Cierra los ojos, respira profundo y toma de màla fuente del conocimiento, te será útil”.
Hice lo que me dijo
Al rato sentГѓВ un alegre cono de aire que se levantaba a mi alrededor. OlГѓВa a verano, alegrГѓВa y serenidad y pude percibir todo el poder que tenГѓВa. Se expandiГѓВі por todo mi cuerpo sin dejar fuera un solo mГѓВєsculo. En aquel momento supe lo que debГѓВa hacer.
Di dos pasos adelante. AbrГѓВ mis brazos hacia ellos, con las palmas de las manos mirando hacia el suelo, y como si alguien hubiera apretado un interruptor invisible, sentГѓВ que algo se me despertaba dentro, algo que no sabГѓВa que estaba allГѓВ. Algo que al salir sorprendiГѓВі a todos, quienes allГѓВ estaban.
Aquello que dije no salГѓВa de mi boca ni de mi cuerpo. Ya no gobernaba mi propio cuerpo, estaba como en trance.
Era como si estuviera poseГѓВda, no una posesiГѓВіn mala, y por ello no opuse resistencia.
ГўВЂВњNo tengan miedo hijos mГѓВos, soy la Gran Reina, volvГѓВ para salvarlos y para vengarme. Gloria y Honor a ustedes.ГўВЂВќ
Y por segunda vez en aquel dГѓВa, todo se volviГѓВі oscuro y volvГѓВ a perder los sentidos.
“Trata de levantarte, no es mi intención llevarte a upa nuevamente”.
HabrГѓВa podido reconocer esa voz entre miles. TenГѓВa algo que me provocaba miedo y bronca, al mismo tiempo.
Bronca, porque me habrГѓВa gustado que teminase de tratarme como un trapo que tirar a la basura.
Miedo porque a su alrededor se movГѓВa un aura misteriosa y oscura, de la que emanaba poder. Un poder demasiado grande, que me hacГѓВa sentir muy a disgusto.
ГўВЂВњNo tengo la mГѓВЎs mГѓВnima intenciГѓВіn de llamar tu atenciГѓВіn, Gabriel. Cuanto mГѓВЎs lejos de mГѓВ estГѓВ©s, mejor.ГўВЂВќ
Estaba de verdad muy irritada.
DespuГѓВ©s de todo, ¿quГѓВ© hacГѓВa aГѓВєn allГѓВ? ¿No podГѓВa mantenerse en su lugar y listo?
“Bueh, lo lamento por ti, pero tendrás que soportar mi presencia dado que te desmayas a cada momento, deberás subir a caballo con el subscripto.”
¿QuГѓВ©? No lo habrГѓВa hecho por nada en el mundo, ni aГѓВєn bajo tortura.
Estaba por rebatir cuando la voz nerviosa de Sonia nos interrumpió: “¡No lo entiendo! Si tenemos un montón de caballos a disposición, ¿qué fin han tenido?”
ГўВЂВњPienso que los Siruco entraron, sin ser vistos, y se los llevaron a todos. Por suerte aГѓВєn nos quedan dos a disposiciГѓВіn, para hoy.ГўВЂВќ El tono de Gabriel no contenГѓВa emociГѓВіn ninguna.
ГўВЂВњNo entiendo por quГѓВ© entraron escondidos. ¿No podГѓВan hacer como hacen siempre?ГўВЂВќ Sonia era presa de un ataque de ansiedad. ГўВЂВњGeneralmente se divierten torturГѓВЎndonos,
ГўВЂВњNo quieren que nos alejemos de la villa, saben que estГѓВЎ aquГѓВ.ГўВЂВќ
“¿No quieren que nos alejemos y nos dejan dos caballos?”
Le hice notar que las cosas no eran claras, entonces con mucha calma me sentГѓВ© y comencГѓВ© a masajearme el cuello que me dolГѓВa.
“Excelente observación” mi dijo Gabriel, guiñándome un ojo. “Sin embargo debes saber que aquàhay alguien dotado de una inteligencia superior, que mira qué casualidad, soy yo. Para prevenir este tipo de cosas, escondàdos espléndidos caballos.”
Odiaba su tono y ese su hacer como un chico sГѓВєper poderoso.
SerГѓВa el ГѓВЎngel de la muerte, pero se la creГѓВa demasiado para mi gusto.
ГўВЂВњMuy bien MГѓВster inteligencia, ¿quГѓВ© quieres? Que nos postremos a tus pies y comencemos a reverenciarteГўВЂВќ E hice una reverencia.
ГўВЂВњNo estarГѓВa mal y podrГѓВas comenzar tГѓВє, dando el ejemplo.ГўВЂВќ
¡Lo odiaba!
Me levantГѓВ© aГѓВєn inestable, porque me seguГѓВa dando vueltas la cabeza.
Por suerte allГѓВ cerca de mГѓВ, estaba Sara, y me apoyГѓВ© en ella.
Estaba seria y me miraba como si fuera una extraterrestre.
¿TenГѓВa algo entre los cabellos? TratГѓВ© de arreglГѓВЎrmelos pero continuaba mirГѓВЎndome igual.
Sus ojos de hielo parecГѓВan penetrarme y sentГѓВ un escalofrГѓВo que me recorriГѓВі la espalda.
“¿Pasa algo, Sara?” No respondió, se limitó a bajar la cabeza y negar con la cabeza.
Luego fue hacia Sonia.
ГўВЂВњSofГѓВa, vamos. Gabriel fue a buscar los caballos que escondiГѓВі.ГўВЂВќ Dijo Sonia.
“Claro, voy”.
Me dirigГѓВ hacia ellas, sacudiГѓВ©ndome un poco de polvo del vestido.
Estaba de verdad preocupada. Me habГѓВa desmayado y lo habГѓВa sentido, pero nadie me habГѓВa dicho nada de lo que me habГѓВa sucedido, despuГѓВ©s que sentГѓВ la presencia de un cuerpo extraГѓВ±o metiГѓВ©ndose en mi cabeza.
¿Por qué? ¿Qué me estaban escondiendo?
Tal vez quien me habГѓВa poseГѓВdo no era bueno, pero igualmente por quГѓВ© nadie me decГѓВa nada al respecto.
Lo que mГѓВЎs me preocupaba era la manera en que me miraba Sara, era como si me tuviera miedo.
SentГѓВ el sonido de los cascos, y vi a Gabriel que llegaba con dos esplГѓВ©ndidos caballos, de manto negro y con las crines que ondeaban como si fueran de seda.
Eran tan esplГѓВ©ndidos como lo era Gabriel. La camiseta de manga corta negra dejaba ver su fГѓВsico perfecto, y sus pantalones negros de jean se adherГѓВan a la perfecciГѓВіn a sus muslos en cada paso.
ГўВЂВњMagnГѓВficos, ¿verdad?ГўВЂВќ Sonia tenГѓВa una mirada maligna.
ГўВЂВњSГѓВ, verdaderamenteГўВЂВќ respondГѓВ yo, pensando en otra cosa.
ГўВЂВњParece un caballo, fuerte y seguro de sГѓВ, pero en realidad tiene un carГѓВЎcter dГѓВіcil, sabes?. El secreto es saber tratarlo, y conocer sus puntos dГѓВ©biles.ГўВЂВќ
¿Se estaba refiriendo al caballo? No, hablaba de Gabriel.
“¿Por qué me dices esto? No tengo ninguna intención de conocer mejor al caballo.” Dije, seca, cruzando los brazos ofendida.
“Vamos, se te cae la baba por él. Lo hicimos todas al llegar a este mundo. Su beso es único.” Y suspiró ante su recuerdo. “Pero habrás notado que se vuelve irascible cuando lo tienes cerca”.
“Me odia, si me gusta una persona no trato de agredirla cada vez que me dice algo.”
Sonia sonrió. “No entiendes, justamente este es el punto.”
La mirГѓВ© de boca abierta, Gabriel habГѓВa sido claro, no me querГѓВa a su alrededor, y yo tampoco a ГѓВ©l.
¿O tal vez s�
Me sonrojГѓВ© pensando que pudiera surgir algo entre nosotros. Sonia lo notГѓВі y bajГѓВі la mirada, no querГѓВa admitir que tal vez tuviera razГѓВіn.
“Vamos” Me dijo dándome una palmada en el hombro.
SubiГѓВі al caballo con una elegancia envidiable. Yo nunca lo hubiera podido hacer de esa manera.
DetrГѓВЎs de ella subiГѓВі Sara.
Faltaba solo yo.
Me encontrГѓВ© delante de Gabriel. Era como un caballero negro sobre su negro caballo. Y la figura le quedaba muy bien.
TratГѓВ© de concentrarme en la silla de montar, y tomГѓВ© coraje. Si me distraГѓВa terminarГѓВa con la cola en el piso.
¡CГѓВіmo diablos se hacГѓВa para subirse allГѓВ!
Necesitaba ayuda pero no lo querГѓВa admitir. No querГѓВa su ayuda, que me miraba con los brazos cruzados volcado hacia el cuello del caballo con una mirada irritante.
“Dale, pon el pie en el estribo” lo escuché aguantando la risa. “Apóyate en mày te ayudo a subir”
No encontraba nada de quГѓВ© reГѓВr.
BufГѓВ© y dejГѓВ© aparte el orgullo de poder subri sola. ColoquГѓВ© mi pie derecho en el estribo, me agarrГѓВ© de su brazo y con un movimiento ГѓВЎgil y elegante me ayudГѓВі a subir.
Me lo encontrГѓВ© de frente, sus ojos poco distantes de los mГѓВos. ГўВЂВњFue fГѓВЎcil, ¿verdad?ГўВЂВќ
Me hubiera gustado decirle cuГѓВЎnto lo odiaba, pero me limitГѓВ© a un breve y ГѓВЎcido ГўВЂВњGracias, pero lo habrГѓВa hecho sola, de todas formas.ГўВЂВќ
ГўВЂВњNo lo dudoГўВЂВќ Dijo en tono sarcГѓВЎstico y luego se puso serio de nuevo. ГўВЂВњAgГѓВЎrrate a mГѓВ, debemos llegar rГѓВЎpido al castillo, cuanto mГѓВЎs veloz lo hagamos menos llamaremos la atenciГѓВіn.ГўВЂВќ
Me agarrГѓВ© a sus costados, a su camiseta justa, lo mГѓВЎs fuerte que pude.
Gabriel se dio vuelta molesto. “Tú no me escuchas.”
Tomó mis manos y las puso entorno a su cintura. “Ahora no correrás riesgo, agárrate fuerte”, luego se giró y les dijo a las muchachas, “podemos ir”.
Me encontrГѓВ© pegada contra su espalda. EstГѓВЎbamos yendo a una velocidad increГѓВble, tanto que no podГѓВa observar con claridad el paisaje a mi alrededor. PodГѓВa apenas distinguir los prados y alguna montaГѓВ±a pero nada mГѓВЎs.
AГѓВєn me daba vueltas la cabeza, por lo que decidГѓВ cerrar los ojos.
SentГѓВa el viento en mis cabellos y con los ojos cerrados, parecГѓВa que estaba volando.
¡Volar!
Gabriel era un ГѓВЎngel, tal vez tenГѓВa alas. ¿Entonces por quГѓВ© no las veГѓВa? Su espalda era perfecta. AdemГѓВЎs de los mГѓВєsculos no notaba ninguna otra imperfecciГѓВіn. O al menos apoyada en ГѓВ©l eso parecГѓВa.
Tuve un flash, en el que vi una figura con un par de alas negras, terrorГѓВficas.
ParpadeГѓВ© un instante por el miedo, y en ese momento nuestra loca corrida se hizo mГѓВЎs lenta.
Alrededor de mГѓВ habГѓВa un paisaje magnГѓВfico, verde.
Gabriel notГѓВі que estaba distraГѓВda y para llamar mi atenciГѓВіn colocГѓВі una mano sobre las mГѓВas. PasГѓВі con delicadeza el pulgar sobre mi dorso para avisarme que habГѓВamos llegado.
Se me detuvo el corazГѓВіn.
ГўВЂВњMira SofГѓВa, ¿no es magnГѓВfico este lugar?ГўВЂВќ Su voz escondГѓВa un halo de tristeza, como si aquel lugar le recordara algo pasado, o tal vez me equivocaba. No lo hubiera creГѓВdo capaz de probar algГѓВєn sentimiento.
Respecto a lo usual, sonaba mГѓВЎs gentil, su lado angelical habГѓВa surgido.
No, pero querГѓВa disfrutar aquel momento, hasta que volviera el irascible Gabriel.
ГўВЂВњEs fantГѓВЎsticoГўВЂВќ. Y lo era de verdad. Delante de nosotros habГѓВa un mar tan azul que parecГѓВa que el cielo se hubiera dado vuelta. DebГѓВ¬a ser un lago, porque a su alrededor solo habГѓВa montaГѓВ±as.
ГўВЂВњEste es el lago de los tres rГѓВos, si miras bien entenderГѓВЎs por quГѓВ© el nombre.ГўВЂВќ MirГѓВ© alrededor y entendГѓВ perfectamente. HabГѓВa tres montaГѓВ±as alrededor, y de cada una de ellas bajaba un rГѓВo que desembocaba en las aguas cristalinas.
ГўВЂВњDebemos pasar el puente. ¿Ves, allГѓВ abajo?ГўВЂВќ Gabriel me volviГѓВі a tierra, y lamentablemente quitГѓВі su mano de las mГѓВas, para mostrarme un punto a lo lejos.
Vi un puente que no parecГѓВa tener fin. PestaГѓВ±ГѓВ© para ver mejor, la luz reflejada en el agua me impedГѓВa ver con claridad.
Me llevГѓВ© una mano a los ojos para cubrir el reflejo y pude ver un pequeГѓВ±o relieve montaГѓВ±oso. Era extraГѓВ±o, tenГѓВa una forma muy particular.
“Allá arriba, en aquel monte, está el castillo de Ares. Las acompañaré hasta allá, luego seguirán solas” dijo Gabriel.
“¿Por qué no vienes con nosotras?”
Un rayo de rabia le pasó por los ojos, “no soy bienvenido” y terminó la conversación.
Con ГѓВ©l no se podГѓВa nunca tener una conversaciГѓВіn completa, siempre dejaba los discursos por la mitad, y esto me fastidiaba, de verdad.
Llegamos al castillo en la tarde.
Gabriel se marchГѓВі con los caballos y dijo que nos vendrГѓВa a buscar a la maГѓВ±ana siguiente.
DГѓВіnde habrГѓВa pasado la noche, no nos lo dijo, pero aquello no era importante. Mi atenciГѓВіn habГѓВa pasado al castillo que tenГѓВa delante que era de verdad impresionante. Entramos escoltadas por un paje. Era un muchacho joven que descubrГѓВ que era el ГѓВєnico inmortal al servicio de Ares. Todos los demГѓВЎs se habГѓВan quedado con Mefisto, quien los dejaba marchitar hasta el hueso en un mar de vicios y excesos.
Portaba una calza que se adherГѓВa a sus piernas, largas y esbeltas, similares a las de un ciervo, y una camisola blanca. Encima un chaleco negro orlado en dorado, con un cordoncito marrГѓВіn, que lo cerraba adelante.
Como si esto no fuese lo suficientemente ridГѓВculo, llevaba un sombrero negro, de esos de torero, de fieltro negro con una pluma de pavo que le caГѓВa sobre los cabellos rubios y ondulados.
No pude retener la risa cuando vi aquel pantaloncito marrГѓВіn a rayas plateadas, era como si se hubiera puesto dos pelotas en las piernas.
Nos acompañó hasta la puerta del salón, la abrió y nos anunció: “Su alteza, e inmortal Ares está pronto a recibiros.”
Entramos en fila, primero Sonia, despuГѓВ©s Sara y luego yo.
El salГѓВіn era mucho mГѓВЎs grande de lo que me habГѓВa imaginado, grandes pinturas cubrГѓВan las paredes.
Eran elfos nobles, se veГѓВa por la actitud firme, y por las coronitas de hojas colocadas en la cabeza.
“¿Quiénes son?” Le pregunté a Sara, que aún me miraba con una mirada turbadora.
“La primera estirpe de elfos que reinó en Naostur, los Nuropegues.”
“Pero aquàno hay elfos” le dije, “solo he visto medio elfos, ¿dónde se encuentran ahora?”
Sara me acribilló con la mirada, “son historias antiguas, es mejor dejar el pasado donde está.”
¿Por quГѓВ© toda aquella rabia repentina? Solo querГѓВa saber un poco mГѓВЎs del lugar en el que me encontraba.
DecidГѓВ no indagar mГѓВЎs, si bien no podГѓВa sacar de mi cabeza la belleza de aquel Rey elfo.
VolvГѓВ a mirar a mi alrededor, aquel Castillo era inmenso. Desde lo alto de la sala, colgaban tres grandes araГѓВ±as, todas alimentadas por velas. Al final del salГѓВіn habГѓВa dos grandes escaleras, que llevaban a las habitaciones del segundo piso. Eran en mГѓВЎrmol blanco y formaban una herradura.
Mis hermanas y yo caminГѓВЎbamos en fila sobre una gran alfombra roja. Me sentГѓВa como una reina escoltada por sus damiselas.
Cuando llegamos al final del salГѓВіn, Sonia se colocГѓВі a mi derecha, Sara a mi izquierda y yo quedГѓВ© en el medio.
Vi a las muchachas llevarse la mano, con los dedos entrecruzados, al corazГѓВіn y arrodillarse.
Yo las imitГѓВ©.
ГўВЂВњGloria y Honor a ustedes, queridas muchachas.ГўВЂВќ Dijo una voz desconocida para mГѓВ.
BichГѓВ©, curiosa por saber quiГѓВ©n hablaba.
Me encontrГѓВ© mirando el corredor que pasaba debajo de las escaleras.
No habГѓВa mucha luz y la ГѓВєnica cosa que podГѓВa distinguir era una figura con un contorno negro.
Nada mГѓВЎs.
“Gloria y Honor a ti, Ares”, dijeron Sonia y Sara.
Yo permanecГѓВ con la boca abierta, tratando de darle un sentido a la sombra que aparecГѓВa delante de mГѓВ. No dije nada y las otras dos me miraron como si hubiera hecho el papelГѓВіn de mi vida.
Ares sonrió. “No importa es nueva en nuestro reino, ya aprenderá.”
“G-Gracias” tartamudeé, un poco avergonzada.
Me levantГѓВ© y mis ojos encontraron los de Ares.
HabГѓВa salido de la sombra y un haz de luz lo iluminГѓВі.
5
ARES
Las grandes paredes, pintadas, hacГѓВan un ГѓВєnico espacio con el suelo.
Un remolino, gris, rojo y amarillo parecГѓВa querer devorarme.
EscuchГѓВ© un zumbido, parecido al que se escucha cuando se estГѓВЎ por perder el sentido, a punto de desvanecerse, y esto lo habГѓВa aprendido con creces.
Pocas horas antes me habГѓВa desmayado y habГѓВa muerto.
Luego habГѓВa vuelto a desmayarme.
Pero esta vez era diferente porque solo una cosa veГѓВa con nitidez delante de mГѓВ, el rostro de Ares.
No sabГѓВa si era un muchacho o un hombre, no tenГѓВa edad.
Se presentГѓВі delante de nosotras vistiendo solo un par de jeans. Sus mГѓВєsculos eran marcados sin ser exagerados. Su rostro era como el de un ГѓВЎngel, uno de aquellos de los cuadros, que adoran al SeГѓВ±or.
HabrГѓВa podido ser uno de aquellos. O un serafГѓВn, pues tampoco ellos tenГѓВan edad.
Sus cabellos rubios y rizados, caГѓВan por encima de sus hombros. Su nariz griega era perfecta, sus ojos pequeГѓВ±os y de un verde intenso como los prados que habГѓВa visto antes de llegar al castillo. El mentГѓВіn un poco pronunciado y en punta, y la boca suave y poco carnosa, eran atrayentes.
No sabГѓВa si enfrente de mГѓВ tenГѓВa una divinidad o un inmortal.
Me di cuenta de que habГѓВa estado un rato mirГѓВЎndolo, de boca abierta, solo cuando Sara me dio un pellizco.
“Era hora de que decidieras volver con nosotros” dijo en voz baja. “¿Qué diablos te sucedió?”
“Y-Yo”, tartamudeé.
QuГѓВ© habrГѓВa podido decirle.
Afortunadamente Ares me salvó de aquella situación embarazosa. “Perdónenla, es la primera vez que se encuentra de cara con un inmortal”, y me hizo un guiño.
ГўВЂВњUn placer conocerte, Neman. Bienvenida a nuestro reino.ГўВЂВќ Ares se arrodillГѓВі delante de mГѓВ, tomГѓВі mi mano y me la beso dulcemente, como aquellos caballeros de otros tiempos.
ГўВЂВњEl placer es mГѓВo, AresГўВЂВќ
A juzgar por la expresiГѓВіn de Sonia, que levantГѓВі los ojos al cielo y sacudiГѓВі la cabeza, entendГѓВ que habГѓВa hecho el enГѓВ©simo papelГѓВіn.
Me di vuelta y en voz baja dije:”¿quГѓВ© debГѓВa decir?ГўВЂВќ
La ГѓВєnica respuesta que obtuve fue una risita que no pudo ser frenada. Aquellas que debГѓВan de ser mis hermanas me estaban tomando el pelo. Para mГѓВ aquello no era nada divertido y las fulminГѓВ© con la mirada.
ГўВЂВњSГѓВganmeГўВЂВќ, dijo Ares que no parecГѓВa haber notado nada.
Lo seguimos por los inmensos corredores del castillo, iluminados por enormes candelabros de oro que colgaban de las paredes.
Entramos en una salita que parecГѓВa diminuta para aquel enorme lugar. DebГѓВ¬a de ser una especie de oficina, con un escritorio de madera en el medio de la misma, y un enorme armario que ocupa toda la pared del fondo.
Delante del escritorio habГѓВa tres sillas de madera, decoradas, de apariencia incГѓВіmoda.
No habГѓВa cuadros ni ventanas al exterior. Solamente un enorme candelabro con velas encendidas, que colgaba sobre nuestras cabezas.
Encima del escritorio habГѓВa algunos papeles ordenados. NotГѓВ©, de un lado, algunas hojas escritas, y de otro, hojas en blanco, y cerca de estas un recipiente con tinta y una lapicera de pluma para escribir.
ГўВЂВњBienГўВЂВќ, comenzГѓВі Ares, ГўВЂВњesta sala es la mГѓВЎs segura que tenemos. Como ustedes ya saben, se sabe que llegГѓВі. Se rumorea que esta vez es diferente, que podrГѓВa ser Ella, y no solamente Neman. ¿QuГѓВ© me pueden decir a propГѓВіsito de esto?ГўВЂВќ
Sara comenzГѓВі a contar todo, como un rГѓВo que corre. Desde mi despertar hasta el evento delante del pueblo del Reino de Elos.
Finalmente entendГѓВ por quГѓВ© me miraba con sospecha. HabГѓВa entrado en trance y habГѓВa comenzado a hablar con una voz que no era la mГѓВa. Incluso yo, como ella, habrГѓВa sospechado. Pensar en cualquier tipo de posesiГѓВіn, me revolvГѓВa el estГѓВіmago.
“Y entonces sospechas que en ese momento se haya podido manifestar la Diosa en persona. ¿Entendàbien Sara?” Concluyó Ares.
“Estoy convencida. Por un momento pude ver un rayo en sus ojos, una luz distinta, mi cuerpo sintió una presencia diferente, fuerte, y…” tragó antes de continuar, “y familiar”.
“Entiendo, pero si fuera la reencarnación de la Diosa, de Morrigan…¿saben lo que significa, verdad?”
Sara y Sonia se miraron, me miraron, miraron a Ares, hicieron un gesto y miraron hacia abajo.
¿Qué significaba aquello?
AguantГѓВ© la respiraciГѓВіn. El estГѓВіmago se me retorcГѓВa de ansiedad.
EsperГѓВ©, deseando que alguien me explicara algo.
Nadie dijo nada.
ГўВЂВњYo no sГѓВ© quГѓВ© significa todo estoГўВЂВќ explotГѓВ©. “¿Alguien me podrГѓВa explicar quГѓВ© diablos significa?ГўВЂВќ
ГўВЂВњSofГѓВa, tesoro, cГѓВЎlmateГўВЂВќ dijo Ares. ГўВЂВњNo pasarГѓВЎ nada malo, todo depende de ti. VerГѓВЎs, hace aГѓВ±os que Morrigan no se deja ver. La ГѓВєltima vez fue cuando muriГѓВі.ГўВЂВќ
“¿Cómo sucedió?”
TratГѓВ© desesperadamente de calmarme.
ГўВЂВњMuriГѓВі durante una batalla. Se habГѓВa enamorada del oicial del ejГѓВ©rcito del Reino de Elos, un inmortal. Morrigan es famosa por ser la Reina de la Guerra. Su ayuda hubiera sido preciosa para vencer contra el Reino de Tenot, y vencer a su Rey, Mefisto. ¡Ese bastardo! Pero Lugh no le permitiГѓВі entrometerse, la amaba demasiado. Morrigan no soportaba la idea de perderlo en la batalla y lo siguiГѓВі, asumiendo la forma de cuervo. Cuando vio que Mefisto estaba a punto de matarlo, se transformГѓВі en la vieja de los largos cabellos canos, portadora de muerte. Desgraciadamente muriГѓВі la persona equivocada. La vieja no le apareciГѓВі al Rey, le apareciГѓВі a Lugh.ГўВЂВќ
ГўВЂВњY ella desapareciГѓВі con el corazГѓВіn destrozado.ГўВЂВќ ConcluyГѓВі Sonia. ГўВЂВњSe dice que declarГѓВі que se habrГѓВa vengado con Mefisto, apenas tuviera la oportunidad.ГўВЂВќ
“¿Y entonces qué pasará si soy de verdad la reencarnación de la Diosa? ¿Deberé de combatir con este despiadado Rey?”
Estaba en verdad muy preocupada. No querГѓВa combatir, era como firmar mi condena a muerte.
¿QuГѓВ© habrГѓВa podido hacer contra un inmortal? ¡Nada!
“No, tú puedes elegir de qué parte estar. Puedes estar de parte de los buenos, y entonces te vengarás de Mefisto y su ejército”, comenzó a explicar Ares.
ГўВЂВњY nos salvarГѓВas a nosotros y a nuestro ejГѓВ©rcitoГўВЂВќ agregГѓВі Sara, mirГѓВЎndome como implorando compasiГѓВіn.
“O puedes mascararte de parte de los malos, y entonces junto a ellos, traerás muerte y destrucción. Se dice que Mefisto está tramando algo desde hace años, pero nunca nadie pudo encontrar nada que pudiere descubrir qué es.”
Ares apretГѓВі los puГѓВ±os y mirГѓВі al vacГѓВo.
¡Eran dos elecciones absurdas!
Me parecГѓВa lГѓВіgico ubicarme del lado del bien. Primero porque cualquiera lo harГѓВa para salvar su pellejo, y segundo, porque conocГѓВa muchas personas que me ayudarГѓВan a hacerlo.
“Elijo estar del lado del bien, obviamente.”
ГўВЂВњNo es tan sencillo. DeberГѓВЎs siempre guardar tus espaldas, serГѓВЎs puesta a prueba. Y por lo que sГѓВ© hay personas que pueden estar cerca de ti y no revelarse por lo que realmente son. PodrГѓВa trabajar para el Reino de Tenot, y por la espalda obligarte a estar con ellos.ГўВЂВќ
¿QuiГѓВЁn podrГѓВa hacer algo asГѓВ?
No creГѓВa que Sara ni Sonia pudieran traicionarme bajo mis narices, y tal vez tampoco Gabriel.
¡No! ГѓВ‰l sГѓВ, pensГѓВЎndolo bien, sГѓВ habrГѓВa sido capaz.
Me habГѓВa avisado que tenГѓВa una misiГѓВіn que terminar y ademГѓВЎs estaba aquella historia de yo-hago-mal-a-quienes-estГѓВЎn-a-mi-lado.
SГѓВ, ГѓВ©l serГѓВa un ГѓВіptimo candidato.
“¡Gabriel!” me sorprendàdiciendo.
“¿Gabriel? Piensas que él pueda estar en tu contra, ¿por qué?” Ares se llevó una mano, en gesto de pensar, al mentón.
“No, en realidad…era solo un pensamiento.”
TratГѓВ© de justificarme, moviendo las manos para borrar lo que habГѓВa dicho.
Sara con sus aires de niГѓВ±a inocente, se girГѓВі hacia mГѓВ. ГўВЂВњGabriel no le harГѓВa daГѓВ±o nunca a ninguna de nosotras, no es malo, te equivocas.ГўВЂВќ
“Es el ángel de la muerte, no está de ningún lado. En realidad está donde le conviene.” Un rayo de odio pasó por los ojos de Ares.
Un temblor me puso la piel de gallina y una cantidad de imГѓВЎgenes comenzaron a amontonarse en mi mente.
Lloraba, estaba sola en un bosque y tenГѓВa miedo.
Era un recuerdo desenfocado.
O tal vez un soГѓВ±o sin terminar que habГѓВa permanecido en mi memoria.
CerrГѓВ© los ojos para poder concentrarme mejor y una voz resonГѓВі dentro de mГѓВ fuerte y clara.
Retan ni stequo pocor.
Algo en el recuerdo llamГѓВі mi atenciГѓВіn.
Una figura caminaba hacia mГѓВ. Dos ojos amarillentos esplendГѓВan en la noche, como los de un gato.
Las imГѓВЎgenes se bloquearon ahГѓВ.
AbrГѓВ los ojos, y nadie pareciГѓВі darse cuenta de lo que acababa de sucederme.
Ares buscaba algo en los cajones del escritorio. SacГѓВі un paquetito de color rojo tan fuerte, que parecГѓВa negro a la luz de las velas.
Lo abriГѓВі y sacГѓВі de ГѓВ©l un collar.
Era estupendo.
Lo levantГѓВі de modo que todas pudiГѓВ©ramos verlo.
La luz de las velas se reflejaba en el cristal rojo del centro, con forma de corazГѓВіn, emanando rayos rojizos por toda la sala. A ambos lados del corazГѓВіn habГѓВa dos dragones, uno blanco y uno negro, con las colas entrelazadas en la parte inferior, y sus alas desplegadas.
ГўВЂВњГѓВљsalo siempre SofГѓВa. El corazГѓВіn del DragГѓВіn te protegerГѓВЎ y te ayudarГѓВЎ a domar tus poderesГўВЂВќ Ares se levantГѓВі y avanzГѓВі hacia mГѓВ.
RecogГѓВ mis cabellos, para permitir que Ares me colocara el collar.
Era frГѓВa al tacto, y podГѓВa percibir el poder que portaba aquel corazГѓВіn rojo.
“Creo que ya es hora de acompañarlas a sus habitaciones, estarán cansadas” Dijo Ares acariciándome el cabello.
No me habГѓВa dado cuenta lo tarde que era. El sol, si bien menos fuerte, continuaba brillando en aquel cielo azul. Deseaba que los dormitorios tuvieran cortinas pesadas, de manera que no dejaran entrar la luz.
Siempre habГѓВa dormido en la oscuridad absoluta.
No querГѓВa que ninguna luz molestara mi sueГѓВ±o, y saber que allГѓВ el sol nunca daba paso a la luna me preocupaba un poco.
Mis hermanas salieron, y yo luego de ellas, como siempre lo hacГѓВamos.
Ares me aferrГѓВі del brazo, en cuanto mis hermanas ya estaban un poco distantes, y me retuvo en la salita.
Los cabellos me habГѓВan caГѓВdo en el rostro, y el inmortal me los retirГѓВі, con total ternura, acariciГѓВЎndome el rostro.
ГўВЂВњTe has transformado en una mujer esplГѓВ©ndida, SofГѓВa.ГўВЂВќ
QuГѓВ© querГѓВa decir, yo no lo sabГѓВa, y tampoco me importaba.
Estaba completamente hipnotizada por aquellos ojos verdes, que al mirarlos tan de cerca, notГѓВ© que estaban circundados de pequeГѓВ±os puntitos dorados, alrededor de las pupilas.
Me habrГѓВa podido manejar como una marioneta y de hecho, no me di cuenta que habГѓВa acercado mucho su cuerpo al mГѓВo.
ГўВЂВњTГѓВє eres mГѓВa, y de nadie mГѓВЎs.ГўВЂВќ
Luego pronunciГѓВі palabras incomprensibles para mГѓВ, y sus pupilas se dilataron. Vi ese rayo rojo salir de sus ojos, y por mi espalda corriГѓВі un escalofrГѓВo.
Estaba en peligro lo sentГѓВa en cada rincГѓВіn de mi cuerpo, pero no podГѓВa moverme ni gritar.
HabГѓВa sido raptada por aquel serafГѓВn inmortal y no hubiera podido hacer nada, sino simplemente rendirme y entregarme a ГѓВ©l.
BajГѓВі la cabeza y me besГѓВі. No fue un beso apasionado, sino un flujo de poder que salГѓВa de sus labios hacia los mГѓВos.
Justo en ese momento comprendГѓВ dos cosas.
La primera que era Morrigan la Diosa de la guerra y el cambio, y de esto estaba segura.
Y habГѓВa podido darle un nombre a esa figura mal enfocada que habГѓВa venido a mi mente instantes antes.
SabГѓВa quiГѓВ©n me querГѓВa hacer daГѓВ±o, y desde ese momento tendrГѓВa controlados todos sus movimientos.
6
VIEJOS RECUERDOS
Mi cuarto era enorme.
Las paredes parecГѓВan de oro. Con decoraciones floreadas, muy sencillas.
En el techo habГѓВa pintado un hermoso cielo azul con blancas nubes, y del centro caГѓВa un finГѓВsimo candelabro de oro, con forma de pirГѓВЎmide y base redonda, al cual lo habГѓВan llenado de velas.
Estaba demasiado cansada, como para ponerme a contarlas.
Mi atenciГѓВіn fue llamada por la enorme cama, de madera y hierro, con dos cortinas blancas a los costados.
Encima del acolchado habГѓВa un camisГѓВіn de seda ambar, con recamos de color rosa alrededor de los senos.
Me la puse y fui hacia la ventana, enorme, que se encontraba justo enfrente a la puerta.
CerrГѓВ© la pesada cortina, y con gran alegrГѓВa, me di cuenta de que no entraba siquiera un rayo de sol.
ApaguГѓВ© las velas y me metГѓВ entre las sГѓВЎbanas con sumo placer.
Al inicio no soГѓВ±ГѓВ© nada en particular. Luego me encontrГѓВ© en medio a un bosque con unos pinos tan alto que parecГѓВan perforar el cielo. Me vi sentada en el piso sobre un colchГѓВіn de hojas secas.
HacГѓВa frГѓВo y a humedad me entraba hasta los huesos.
Temblaba.
El corazГѓВіn me batГѓВa a mil.
Estaba aterrorizada.
QuerГѓВa gritar, llorar, querГѓВa a mi madre.
¿SerГѓВa un recuerdo de cuando era niГѓВ±a?
¿Un recuerdo que querГѓВa borrar?
Tal vez sГѓВ.
HabГѓВa visto aquella escena en mi mente, antes, mientras hablГѓВЎbamos con Ares.
¿Era coincidencia o fatalidad, que justo me viniera a la mente ahora?
En un cierto momento, en sueГѓВ±os, sentГѓВ pasos.
Hojas pisadas, ramas partidas.
Alguien se acercaba.
PodГѓВa sentir una respiraciГѓВіn, como si ese alguien, hubiera corrido para llegar hasta allГѓВ.
Lo escuchГѓВ© reГѓВr.
ГўВЂВњPequeГѓВ±a SofГѓВa, no grites, no tengas miedo. Las otras chicas ni siquiera se dieron cuenta. Quieres ser la ГѓВєnica cobarde.ГўВЂВќ
Aquel saliГѓВі de la oscuridad y se me acercГѓВі.
Era una sombra, una figura de hombre, con alas negras, tan negras que se confundГѓВan con la noche.
Me puse a lloras fuerte, muy alto, sin importarme de lo que habГѓВa dicho de las otras muchachas.
No me importaba ser la mГѓВЎs valiente, solo querГѓВa que alguien me llevara a casa.
El hombre comenzó a parlotear en una lengua desconocida. Finalmente gritó: “Retan ni stequo copor. Entre en este cuerpo, Máxima Diosa.”
Una luz agujereГѓВі el cielo y se hacГѓВa cada vez mГѓВЎs grande.
Un rayo verde dibujГѓВі un cГѓВrculo perfecto a mi alrededor, y aquello que parecГѓВa el polvo mГѓВЎgico de Trilli, comenzГѓВі a subir dibujando esplГѓВ©ndidos arcoГѓВris, cada vez que entraba en contacto con el rayo de luz.
AlarguГѓВ© mis manos para tocarla y dejГѓВ© de llorar.
Me sentГѓВa tranquila, como si estuviera con mi madre en su cama, y no fuera en un bosque oscuro.
El rayo verde de a poco desapareciГѓВі.
El ГѓВЎngel negro dijo: ГўВЂВњEs hora de que entres en su cuerpo Diosa, te matarГѓВ© con mis propias manos.ГўВЂВќ AvanzГѓВі hacia mГѓВ. ГўВЂВњSe harГѓВЎ justicia.ГўВЂВќ
Algo hizo aparecer un pequeГѓВ±o rayo de luna, y saltГѓВі delante de mi cabeza.
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